El origen del vino: La fermentación

Una vez que leas esto, el vino ya no será lo mismo para ti, y es que cuando entendemos el proceso detrás de cada botella, descubrimos una nueva forma de arte.

Seguramente no es la primera vez que escuchas la palabra “fermentación”, este término se refiere a la fase en la que el mosto (zumo de la uva) se transforma en vino. Es súper importante y el proceso que da origen a esa copa de Merlot o Syrah que tanto te gusta.

En ella se debe cuidar cada detalle para obtener los mejores matices encargados de darle esa experiencia sublime a tus papilas gustativas al tomar vino.

El primero proceso que inicia la transformación del zumo de uva en vino se llama fermentación alcohólica, y esta convierte los azúcares de la uva en alcohol etílico. En este proceso natural se logra suavizar y garantizar la mejor calidad del vino, pues el alcohol actúa como barrera ante posibles sustancias que podrían influir negativamente, dañando las propiedades del vino, como el oxígeno, la acidez u otras sustancias que puedan impedir el proceso de fermentación.

Después de llevar a cabo una correcta fermentación alcohólica, el siguiente paso es la fermentación maloláctica. También conocida como fermentación secundaria.

En esta se transforma el ácido málico en ácido láctico. El ácido málico se
encuentra de manera natural en la uva y, al transformarlo en ácido láctico, se
genera una disminución de la acidez total del vino.

Pero ¡ey!, esta fermentación se realiza generalmente en vinos tintos, ya que, en
los blancos y rosados, al ser vinos jóvenes, se originaría una pérdida de acidez y frescura. Dos características que deben cuidarse en este tipo en concreto de vino.

Todo un arte, ¿cierto? Seguro ya no verás esa copa de Cabernet o Carmenere
Piernas Largas de la misma forma a partir de hoy. Ahora podrás degustar no solo la cepa sino admirarte por el proceso meticuloso y delicado que convirtió esa uva en vino.

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